Reflexiones en torno a la arquitectura del aislamiento: Vivienda y prisión

La domesticidad ha sido definida como un término que hace referencia a la experiencia de la vida privada, a las dimensiones materiales del hogar, y a una ideología que organiza cuestiones complicadas y a menudo controvertidas sobre la privacidad, el trabajo, la identidad de género, la familia, la formación del sujeto, la clase socioeconómica, la moral civilizadora y la representación cultural. El tema de la domesticidad, centrado en la ocupación del espacio, ha sido ampliamente abordado por diversos campos de estudio como la antropología, la etnografía, la cultura material y la geografía cultural, sin embargo, el de la arquitectura comenzó a estudiarlo más activamente a principios del siglo XXI. Una revisión reciente de estas contribuciones se puede encontrar en el artículo titulado «Situating Domesticities in Architecture: Tracing Emerging Trajectories». De todas ellas, la que fue especialmente reveladora para mi tesis doctoral fue la de Hilde Heynen «Modernity and Domesticity: Tensions and Contradictions». En este artículo, Heynen señala que también existe cierta complicidad entre la modernidad y la domesticidad, mientras que el discurso dominante establecía que esta relación es de oposición. La cercanía etimológica entre los términos domesticidad y domesticar no es una coincidencia y, como señala Heynen junto con otros autores, desvela otro tipo de relación. Mi investigación se basa en esta idea de que la noción de domesticidad es a la vez complementaria y opuesta a la vivienda de la modernidad. En este sentido, la tesis examina en qué medida incluir esta noción en el análisis de la arquitectura vivienda puede desestabilizar sus bases. Demostrando que el estudio de la domesticidad puede ser útil para articular la reconceptualización de la vivienda.